jueves, 16 de mayo de 2013

Nuevas ideas del siglo XVIII

El derecho a la libertad y el deber de la tolerancia

Hoy nos parece natural que todos los seres humanos tengan derecho a la libertad, pero en aquella época no era así. Todavía había esclavos y siervos, incluso los que se consideraban libres podían ir presos por decir lo que pensaban si ello iba en contra del gobierno. Los reyes tenían poder absoluto y bastaba una orden suya para encarcelar a una persona sin que pudiera defenderse. Llegaban al gobierno en forma hereditaria y sostenían que su poder era de origen divino. Dios les había dado ese poder y solo él podía quitarlo el día de su muerte. Existía la censura de prensa, se vigilaban las reuniones, la Iglesia prohibía determinados libros, los hombres de ciencia no podían investigar libremente Contra esta sociedad, varios pensadores defendieron el derecho a la libertad de pensamiento, de opinión y de reunión. Admitían solo la limitación impuesta por la ley, porque cuidaba el interés de todos. La defensa de la libertad individual suponía la tolerancia frente a las ideas de otros.

La separación de poderes
En aquel entonces la mayor parte de los gobiernos europeos eran monarquías absolutas.
No había leyes ni garantías que protegieran a los súbditos frente a la voluntad real. Entonces, para ser totalmente libres había que limitar el poder del rey.
En Inglaterra, la monarquía era parlamentaria. Junto con el monarca existía un Parlamento que hacía las leyes y votaba impuestos. Por eso la monarquía inglesa fue tomada como modelo por muchos pensadores del siglo, que proponían controlar el poder del soberano por medio de un Parlamento y una Constitución.
Uno de estos filósofos, eMontesquieu propuso que el poder del Estado no se concentrara en una sola persona —el rey—, sino que hubiera un poder que hiciera las leyes (el Poder Legislativo), otro que obligara a cumplirlas (el Poder Ejecutivo) y un tercero que juzgara a quienes no las obedecían (el Poder Judicial). Los tres poderes se controlarían entre sí evitando abusos de autoridad. La idea de la separación de poderes fue adoptada por la mayoría de los gobiernos modernos.


John Locke (1632-1704)
Quien primero expuso la idea de que los hombres nacen con algunos derechos fue John Locke, a fines del siglo XVII. Este pensador inglés afirmaba que por el solo hecho de pertenecer a la especie humana, las personas tenían derechos naturales. Estos eran el derecho a la libertad, el derecho a la igualdad y el derecho a la propiedad. Los historiadores consideran que su pensamiento fue un antecedente muy importante de las nuevas ideas del siglo XVIII

Voltaire (1694-1778)
Voltaire fue uno de los más enérgicos defensores de la libertad de pensamiento y de la tolerancia. Combatió toda forma de imposición
de ideas, ya fuera por parte de los reyes o de la Iglesia. Fue perseguido, aunque hubo reyes que lo invitaron a sus palacios. Instaló su vivienda en la frontera de Francia para poder cruzar al país vecino si llegaban a detenerlo las fuerzas del gobierno. Cuentan que discutiendo con alguien que pensaba diferente, expresó: «No estoy de acuerdo con una sola palabra de lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo».

República y soberanía popular
Voltaire y Montesquieu proponían un cambio importante en la forma de gobierno pero no plantearon eliminar la monarquía. Juan Jacobo Rousseau fue más lejos. La propuesta de él era que los hombres hicieran un nuevo pacto que reconociera la igualdad de derechos entre ellos y diera origen a leyes que garantizaran estos derechos.
En cuanto al gobierno, Rousseau sostenía que el poder de gobernarse estaba en el pueblo reunido. Por tanto, el «soberano», no era el rey sino el pueblo.
La idea de la soberanía popular era realmente revolucionaria, ya que implicaba la sustitución de la monarquía por el poder del pueblo. Este elegía los gobernantes por un determinado número de años. Ellos tomaban las decisiones en representación del pueblo, pero el poder permanecía siempre en el pueblo. A esta forma de gobierno la llamó república. En una república, el gobierno es elegido por el pueblo por un determinado número de años. Toma las decisiones en representación del pueblo que le ha delegado esta función, pero no es el dueño del poder.

Absolutos pero no tanto
Cuando decimos que los pensadores ilustrados querían limitar el poder absoluto de los monarcas o terminar con ellos, nos queda
la idea de que los reyes absolutos eran todo poderosos. Los historiadores nos dejan claro que no era así. Los monarcas absolutos
también debían obedecer algunas leyes y eran responsables de sus actos ante Dios. Además, para aplicarlas necesitaban gran cantidad de funcionarios que los ayudaran a gobernar.

Juan Jacobo Rousseau (1712-1778)
Para Rousseau, la civilización no había mejorado a los hombres; por el contrario, el afán de riquezas y de poder los había conducido a la injusticia y la tiranía. En su libro El contrato social, Rousseau propone volver a fundar la sociedad con un nuevo pacto, basado en la forma republicana de gobierno.









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